Objetivos
Comprender que si la rabia y la ira hacen sufrir a alguien, es, con toda seguridad, a nosotros mismos. Podríamos compararlas con el hecho de coger un leño encendido para lanzarlo a nuestro enemigo. Tal vez acertemos al lanzárselo, pero de lo que no cabe duda es que nosotros nos quemaremos las manos.
Comprender que las emociones conflictivas están presentes en nosotros. Y que, al tomar consciencia de estas emociones, podemos empezar a resolverlas.
Entender que pedir disculpas cuando sentimos que hemos actuado mal es el primer paso para cambiar nuestra conducta.
Comprender que el mejor modo de no tener que pedir perdón es estar muy atentos a nuestros pensamientos, emociones y actos para poder intervenir de forma preventiva cuando sea necesario.
Metodología
Los ejemplos planteados en la presentación nos ayudan a entender qué significa realmente perdonar y que, a pesar de que a veces resulte muy difícil, es la única forma de recuperar la paz y la tranquilidad. Se proponen dos actividades plásticas para experimentar el hecho de perdonar y pedir perdón. Para que las actividades no se trabajen de forma anecdótica, es necesario procurar un clima de apertura que favorezca una actitud sentida. El método utilizado para conectar con las emociones y poder soltar lo que nos hace daño es la visualización de la parte del cuerpo que experimenta el peso del «no perdón». Cuando podemos sentir ese peso en el cuerpo y visualizarlo, entendemos mejor que debemos soltarlo.
La toma de fotografías y los vídeos ayudan a la reflexionar sobre los contenidos de esta unidad y a integrarlos.